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Aunque los principios básicos de la normalización, como el consenso entre los sectores sociales implicados, mantienen hoy plena validez en la garantÃa de la comunicación especializada, en el trabajo terminológico práctico a veces se neglige la estrecha vinculación que debe existir entre normalización y sociedad. | <-- | El peligro de que esto ocurra es que se rompa el equilibrio necesario entre un cierto grado de arbitrariedad, inevitable para el consenso, y el uso real de la terminologÃa por parte de los especialistas. En ese caso, la normalización no sólo dejarÃa de ser eficaz, sino que no cumplirÃa sus finalidades.
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En primer lugar, el canal por el que se dan a conocer los términos de Internet, la misma red, no sólo supone una rápida difusión de la terminologÃa —la información en Internet es de acceso (casi) inmediato—, sino también un alcance muy vasto —llega a cualquier parte del mundo—. Es más, desde cualquier lugar los términos son recopilados, comentados y ponderados; de ahÃ, por ejemplo, los apartados que encontramos en muchos Webs en que se difunden glosarios de términos sobre Internet o en que se exponen propuestas denominativas que los usuarios pueden incluso votar. | <-- | Esto nos lleva a una cuestión fundamental: la terminologÃa de Internet traspasa los lÃmites del área de especialidad (a la que se circunscribe por definición el léxico cientÃfico y técnico) e irrumpe en la lengua de uso general, siendo utilizada tanto por los usuarios heterogéneos de la red (de cualquier o ninguna especialidad) como por las personas que leen la prensa o están atentas a los medios de comunicación.
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Las diferencias que deben ser tratadas en cualquier exposición teórica son sucintamente las siguientes: a) la escasez de prefijos en euskera frente a la abundancia de sufijos, y b) la constatación de que en las lenguas románicas no se da tal descompensación. | <-- | Nuestra hipótesis es que una caracterÃstica sintáctica del euskera y de las lenguas románicas se extrapola hasta la morfologÃa, de manera que en euskera, también en derivación, el núcleo de la estructura se ubica a la derecha, mientras que en las lenguas románicas va a la izquierda. Para una mejor comprensión, hay que tener presente que los prefijos de las lenguas románicas pueden actuar de dos formas: unos como modificadores de un núcleo, y van a su izquierda (refer/rehacer, desfer/deshacer, predir/predecir), y otros que actúan como núcleo, ya que se colocan en el primer lugar y el complemento va a su derecha (eslomar-se/desplomarse, desfullar/deshojar). En el primer caso, el prefijo aporta una especificación del núcleo (el derivado predecir es una concreción del núcleo decir: decir con antelación, pero decir al fin y al cabo); en el segundo caso, mientras el núcleo está compuesto por el mismo prefijo, el complemento es la base de derivación; de tal modo que prehistoria no es una concreción del complemento base historia, sino algo diferente a la base (historia). El euskera, por su parte, sólo dispone de la primera forma, tal y como se puede comprobar desde dos ángulos de vista. En primer lugar, dispone del prefijo prestado des-, que dispone de las dos posibilidades que también tiene en las lenguas románicas, en el derivado desegin, actúa como modificador del núcleo-base egin (antónimo de hacer), pero cuando queremos buscar un ejemplo del modelo complemento del prefijo/núcleo de la base (deshojar) desostatu nos encontramos que no está bien formado. Nótese que los prefijos ber-/bir- ‘reÂ’ y ez- ‘in-/des-Â’ también actúan de la misma forma.
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En segundo término, dejarÃamos bien patente que el prefijo-núcleo/base-complemento de las lenguas románicas y del inglés tiene su correspondiente en euskera en base-complemento/sufijo-núcleo; | <-- | lo que supone una aportación importante a la lexicografÃa actual, más allá de las formaciones del tipo: des1 hoja2 r hosto2 gabe1 tu, debemos tener presente la opción hostoak2 galdu/kendu1, pero especialmente las formas pozoin-du ‘en-venenarÂ’, bigun-du ‘reblandecerseÂ’, lerro-ka-tu ‘a-linearÂ’, irin-ez-ta-tu ‘en-harinarÂ’, lur-rera-tu ‘a-terrizarÂ’, que deberÃan estandarizarse como los correspondientes comunes de los prefijos a-, des-, en-, es-, in- o re-, a fin de poder disponer de más y mejores recursos.
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La propia definición del topónimo nos conduce a valorar la importancia del término geográfico y más aún si tenemos en cuenta que en los trabajos de normalización toponÃmica se proponen dos versiones (euskera y castellano). | <-- | Ello significa, a grandes
rasgos, que el elemento genérico puede ser traducido mientras que el elemento especÃfico debe permanecer inalterable. Asà por ejemplo, los topónimos anteriores se normalizarÃan, según la versión en euskera, como Anbotoko atxa, Ramón y Cajal etorbidea (?), Ibaizabal, La Horca gaina (?).
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Por ejemplo, Peña de Anboto, Avenida Ramón y Cajal, RÃo Ibaizabal, Alto de la Horca... | <-- | La propia definición del topónimo nos conduce a valorar la importancia del término geográfico y más aún si tenemos en cuenta que en los trabajos de normalización toponÃmica se proponen dos versiones (euskera y castellano). Ello significa, a grandes
rasgos, que el elemento genérico puede ser traducido mientras que el elemento especÃfico debe permanecer inalterable. Asà por ejemplo, los topónimos anteriores se normalizarÃan, según la versión en euskera, como Anbotoko atxa, Ramón y Cajal etorbidea (?), Ibaizabal, La Horca gaina (?).
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